No es lo mismo aceptar que tienes obesidad que resignarte a ser obesa. El poder de las palabras.

Hoy quiero presentarte el poder que puede llegar a tener el lenguaje. Quiero que te sorprendas de la importancia de los matices de cómo hablas y cómo te hablas a ti misma. Quiero que escojas bien las palabras que utilizas para comunicarte contigo y con los demás.
¿Por qué?
Porque las palabras marcan la diferencia. Porque de tus palabras depende la interpretación que haces de tu realidad. Porque de ellas depende que te enfrentes de una manera u otra a la situación en la que te encuentras.
Aceptación, que no resignación
La aceptación te libera, la resignación te esclaviza. La aceptación tiene una connotación positiva, mientras que la resignación la tiene negativa. Quizás, si no te paras a reflexionar, puedas pensar por momentos que tienen el mismo significado. Nada más lejos de la realidad. Te daré las claves para diferenciarlas.
Cuando aceptas tener obesidad, te empoderas, te haces más fuerte. Te sumas.
Cuando aceptas, piensas que las cosas son perfectas tal como son y que gracias a que son así en ese momento sacarás un gran aprendizaje para cambiar en la dirección y sentido que tú elijas. Implica ser compasiva contigo misma.
Implica no rechazarte, no juzgarte. Implica respetarte y comprenderte. Comprender que te ha llevado al lugar en el que te encuentras. Implica perdonarte, darte las gracias y amarte. Amarte tal cuál eres.
Cuando aceptas, te estás preparando para la acción, para abrir la mente y contemplar alternativas. Estás asumiendo el control, responsabilizándote de lo que está en tu mano.
La aceptación te devuelve la PAZ.
Cuando te resignas a ser obesa, te sometes, te haces más débil. Te restas.
Cuando te resignas, piensas que las cosas deberían ser de otra manera y te opones a la situación actual, desde la queja y el victimismo, sin asumirte parte del cambio, pero queriendo vivir otra situación. Implica ser cruel contigo misma.
Implica rechazarte y juzgarte. Implica ignorancia, incomprensión y desprecio. Incomprensión de las razones que te hacen vagar por ese lugar, desprecio de lo que eres. Lo único que podría salvarte es cultivar amor a ti misma.
Cuanto te resignas, te paralizas. Tu mente se cierra a contemplar nuevas posibilidades, tu razón se nubla. Estas dejando el volante sin piloto.
La resignación te condena al SUFRIMIENTO.
El poder de las palabras… ¿Aceptación o resignación?
Tener, que no ser
Quiero hacerte visible otra sutileza del lenguaje, pero que cala hondo en tu inconsciencia.
Cuando dices tengo obesidad, estás describiendo una situación en la que te encuentras. No te lo estás tomando como algo personal. Las situaciones son pasajeras y no te definen.
Cuando dices soy obesa, te estás definiendo. Lo estás haciendo parte de tu identidad personal. Solemos definirnos con cualidades físicas y psíquicas que consideramos constantes o inamovibles. Lo que dices ser lo transformas en tu identidad e inconscientemente te comportas de esa manera para darle sentido. ¡Ten cuidado con lo que dices ser!
De nuevo, el poder de las palabras… ¿Tener o ser?
Conclusión:
Si aceptas que tienes obesidad, estoy aquí para ayudarte a que te ayudes.
Si te resignas a ser obesa, no puedo ayudarte. Pero es igual de respetable. Solo decirte que aquí estaré si algún día decides dar el paso al bando de la aceptación. Tal vez, solo ocurra si algún día el sufrimiento se deviene insoportable para ti. Tal vez, solo ocurra si algún día ese sufrimiento es de mayor tamaño que el de la resistencia al cambio que tenemos los todos los seres humanos.
Ingeniera de mi vida.
Eva.
Recursos complementarios:
Deja una respuesta