Desmonta la historia que te cuentas en 4 pasos. Si te duele. Y ensalada de frambuesas.

“La historia no es una narración única, sino miles de narraciones alternativas. Siempre decidimos contar una, también decidimos silenciar otras”.
He querido comenzarte este artículo con una frase que he leído en mi primer libro del año. Homo Deus, de Yuval Noah Harari. Y he querido que sea la misma con la que voy a terminártelo.
Lo hago, porque a veces sufro con las historias que me cuento.
Lo hago, porque acompaño a personas que a veces sufren con las historias que se cuentan.
Pero, ¿por qué permitirte sufrir creyendo una de ellas, cuándo hay miles de alternativas posibles?
Podría, por ejemplo, hablarte de Lola. Lola sufría porque pensaba que no era capaz y solo dejaba entrar en su cerebro información para confirmarlo. Confirmar que no era capaz. Porque otra cosa no, pero nos gusta tener la razón. Y muchas veces no tenemos razón. Porque hay muchas razones que no vemos. Que nos da vértigo ver. Porque estamos acomodadas a nuestro cojín de higos chombos sin pelar. Aunque nos estemos pinchando el culo. Porque a fin de cuentas es cojín. Y lo mejor de todo era que ese pensar que no era capaz no era suyo pero lo acabo haciendo suyo, de escucharlo una y otra vez. De aquella boca. Eso ni lo intentes. Eso es imposible para ti. Has fracasado un millón de veces. Eres incapaz. Un mal trato psicológico durante años propio y ajeno. Haciendo tus límites los límites de otro en lugar de buscar los tuyos. Pero lo peor de todo, es que eso traspasa la frontera de los ámbitos. Y Lola, no podía comer ensalada de frambuesas, nueces y queso mascarpone porque eso era de dieta y ella no era capaz de hacer dieta. Y lo de que comer ensalada de frambuesas, nueces y queso mascarpone era de dieta es otra historia. Nunca mejor dicho. Así que el problema no es una supuesta gordura por una supuesta falta de voluntad. Detrás hay una historia. Una historia de terror.
Si tu historia duele demasiado, anota estos pasos:
1. Sácatela de la cabeza. Escribe las palabras exactas de la historia que te cuentas. Aunque sea, en una servilleta.
NO SOY CAPAZ DE NADA.
2. Date la posibilidad de una nueva historia. ¿Es totalmente cierto? Subrayo lo de totalmente. ¿Qué es exactamente lo que no la hace cierta?
NO ES CIERTO. FUI CAPAZ DE SACAR ADELANTE A MI HIJO.
3. Móntate otra historia con las repuestas. Escríbela.
HE SIDO CAPAZ DE SACAR ADELANTE A MI HIJO. PUEDO SER CAPAZ DE OTRAS COSAS.
4. Afianza esa nueva historia viviendo ejemplos concretos conscientemente y nota como se experimenta. Sigo mal: Vuelve al punto número 1; Cuéntate otra historia. Estoy ok: Tienes una nueva historia; Quédate en ella.
HOY HE SIDO CAPAZ DE ABRIRME A LA EXPERIENCIA DE CENAR ENSALADA DE FRAMBUESAS CON NUECES Y QUESO MASCARPONE.
NO ME HA GUSTADO. PON A PRUEBA OTRA HISTORIA. QUIZÁS, LA DE QUE ESO ES DE DIETA.
ME HA GUSTADO. FELICIDADES. QUÉDATE. QUÉDATE A DISFRUTAR DE ESA ENSALADA DE FRAMBUESAS CON NUECES Y QUESO MASCARPONE.
Te cuentes la que te cuentes, todas son pura ficción.
Que al menos sea tu puta ficción.
Que lleve tu firma, Lola.
No la de tu inconsciente.
“La historia no es una narración única, sino miles de narraciones alternativas. Siempre decidimos contar una, también decidimos silenciar otras”.
Atentamente,
Eva.
Deja una respuesta