Ejemplos de comer emocional que te hacen bien o que te hacen mal. Para que los uses o desuses. Y respires.

Últimamente se está hablando mucho de comer emocional. Para mi gusto, sin claridad y con cierta connotación negativa. Es por ello que he querido escribir este artículo. Quiero aclarártelo todo sobre este tema y no veo mejor forma de hacerlo que usando ejemplos muy comunes que seguro te han pasado.
Las emociones están íntimamente ligadas a nuestra alimentación siempre. Recuerda por ejemplo la felicidad que sientes cuando comes después de llevar horas sin hacerlo. Pero si las emociones se convierten en protagonistas dejando en un segundo plano la necesidad fisiológica de comer, considéralo comer emocional.
Comer emocional es esa ingesta de alimentos que haces cuando no tienes hambre de estómago. Comer sin que te suenen las tripas. Comemos emocionalmente para satisfacer emociones, no para satisfacer hambre física. Es una necesidad de la mente, no del cuerpo; emocional, no física. Podemos haber comido y seguir querer comiendo. O querer comer dulce tras media hora de la ingesta principal. O tirarnos toda la tarde picoteando.
En primer lugar me gustaría decir que el comer emocional no siempre es negativo. Por eso voy a distinguir entre:
-Comer emocional positivo: Cuando tiene consecuencias positivas tanto mentales como físicas. Cuando te hace bien.
-Comer emocional negativo: Cuando tiene consecuencias negativas tanto mentales como físicas. Cuando te hace mal.
A su vez, tanto el comer emocional positivo como el negativo, puede ser impulsado por emociones positivas como el amor, el placer o la alegría; o puede ser impulsado por emociones negativas como tristeza, cansancio o el estar convaleciente. Y a su vez, tanto el comer emocional positivo como el negativo por emociones positivas o negativas, puede ser satisfecho con alimentos positivos como una crema de calabaza o alimentos negativos como un magnum con grasa de palma. Y que sea cubierta con un alimento negativo no quiere decir que no pueda ser un comer emocional positivo, esto depende de factores como la frecuencia o la cantidad; es más, debes permitirte este tipo de comer emocional con alimentos negativos para que el deseo y ansiedad por ellos no se vean aumentados. Aunque si creamos asociaciones emocionales con alimentos positivos mucho mejor ya que esa frecuencia podría aumentarse considerablemente y estaríamos cubriendo al mismo tiempo necesidades mentales y necesidades nutricionales. Entiende alimento positivo como el que aporta nutrientes interesantes a tu cuerpo y alimento negativo el que no lo hace, sin más. De la misma manera satisfacer el hambre emocional a través de un alimento positivo no lo convierte en un comer emocional positivo; puede ser un comer emocional negativo si saturamos a nuestro cuerpo de ese alimento positivo. Lo entenderás mucho mejor con los siguientes ejemplos.
Así que, ahora sí, te doy esos ejemplos:
De comer emocional positivo por emociones negativas con un alimento positivo. Es cuando en un postoperatorio te dedicas o te dedican tiempo y te haces o hacen un zumo de naranja natural cada mañana. O es cuando estás malita con fiebre y lo único que te apetece es la sopa caliente de calabaza que prepara tu madre o la persona que te está mimando; también puede ser esa sopa caliente de calabaza que te preparas tu misma para sentirte cuidada porque es la misma que te hacía tu madre de pequeña cuando estabas enferma. O también es cuando te apetece cenar de capricho porque te siente débil o dolorida por la regla y te preparas una fondue de plátano con chocolate negro fundido. O también es cuando has tenido un duro día de trabajo y para relajarte meriendas un yogurt con miel. O también es cuando te haces las lentejas con arroz de tu abuela porque echas de menos comer con ella y quieres sentir la alegría que sentías en ese momento.
De comer emocional positivo por emociones negativas con un alimento negativo.
Es cuando te preparas el bizcocho que hacía tu madre hace años porque sientes nostalgia por esos años. Y lo desayunas. Y cenas. O es cuando te comes una pizza con tu amiga para empatizar con ella porque está triste pensando en todos sus problemas pero la pizza no es lo tuyo.
De comer emocional positivo por emociones positivas con un alimento positivo.
Es cuando tu novio te prepara tortitas de avena para desayunar para celebrar el lunes. Y café recién hecho.
De comer emocional positivo por emociones positivas con un alimento negativo.
Es cuando tienes un antojo de magnum almendrado porque lo ves en un anuncio de la tele. Vas te lo compras y te lo comes porque sí, por el mero placer de hacerlo. Y disfrutas cada bocado. Es comer emocional positivo, aunque se satisfaga con un alimento negativo. Un antojo solo se convierte en negativo cuando pasa a ser una rutina, costumbre o hábito. Para que no ocurra eso es mejor no comer siempre el mismo antojo en el mismo momento del día y en el mismo lugar. Y es mejor no ver la tele en verano por la noche. Es broma. O no. O es cuando haces una tarta para tu cumple con una tonelada de azúcar, y soplas las velas feliz encima de ella. Y te comes el trozo que te da la gana. O es cuando tu abuela te prepara arroz con leche con otra tonelada de azúcar y te lo comes en un cuenco de barro junto a ella que se lo está comiendo en otro cuenco de barro.
De comer emocional negativo por emociones negativas con un alimento positivo. Es cuando tienes ansiedad por la tarde o por la noche y te comes una manzana; sigues queriendo comer y te comes un plátano; sigues queriendo comer y te comes unas almendras; sigues queriendo comer y te comes un yogurt; sigues queriendo comer y te comes una onza de chocolate negro; sigues queriendo comer y te comer una onza de chocolate negro; Y sigues queriendo comer y te comes la tableta entera de chocolate negro. Y te sientes tan inflada y mal que ya te pones a pensar en lo de perdidos al río y te cenas una pizza; pasando así de comer emocional negativo por emociones negativas con un alimento positivo a comer emocional negativo por emociones negativas con un alimento negativo. Y es para tu cuerpo como si tuvieras que hacer el trabajo de una semana en un día. Abrumador, agotador, desgarrador. Si lo que querías era chocolate negro y cantidad de chocolate negro, te hubieses comido tranquilamente la tableta entera de chocolate negro del tirón. Y si estuvieras tranquila por ello, sin culpa, estoy segura que ni cenarías porque escucharías las señales de tu cuerpo que te indican que estás llena. Le hubieses ahorrado a tu cuerpo la manzana, el plátano, las almendras y el yogurt. Que son alimentos positivos, pero no así. También le hubieses ahorrado la pizza. Qué sí, pero no así.
De comer emocional negativo por emociones negativas con un alimento negativo. Es cuando estás en casa tarde a tarde aburrida como una ostra y comes por hacer algo, como estímulo. Hora a hora. Que si un cola-cao. Que si una galleta. Que si un café con un bollo. Que si unas pipas. Que si un sándwich de mortadela con aceitunas. Para evitar el vacío existencial. Es cuando comes por coraje y enfado de que otros comen todo lo que quieren y no engordan pues yo también me lo voy a comer porque qué injusticia. Ración doble. Revelándote contra el mundo. Es cuando pasas la noche viendo una peli dramática con un bote de helado y te lo comes de cabo a rabo hasta terminarlo para intentar olvidar a tu ex. En plan americanada. Si lo haces un día es perfecto, pero si no lloras ni gritas tu duelo y te tiras tres meses así hasta enlazarlo con una nueva relación, tendrás un nuevo novio con heridas sin cerrar que probablemente afecten negativamente al romance. Es cuando comes muchos dulces porque estás estresada por un examen o por querer hacer más de lo que puedes. Para sobrellevarlo como puedes. Para sobrellevar la incertidumbre, la frustración, la sobredosis de pequeñas cosas que nos superan. Hay gente que me dice, yo cuando tengo problemas me da por comer. A otra gente le da por no comer. Lo que ocurre es que esto no ocurre desde la misma emoción. El dejar de comer ocurre desde el miedo o desde el pánico. Cuando hay algo grave cerca o encima. No es lo mismo. Yo he experimentado ambos. El comer por un tipo de ansiedad y el dejar de comer por otro tipo de ansiedad. Quiero que las diferencies. Puedes sentir las dos en diferentes momentos. No es que a una persona le da por comer con los problemas y a otra le da por no comer. Una es comer emocional desde la sobredosis de las pequeñas cosas y otras es dejar de comer emocional desde el miedo intenso por nudo en la garganta o en el estómago.
De comer emocional negativo por emociones positivas con un alimento positivo. Es cuando comes algo por compromiso por agradar y no herir al otro. Por empatía. Cuando aceptas comer una empanada de berenjena pero no te gusta la berenjena. Y te sienta mal.
De comer emocional negativo por emociones positivas con un alimento negativo. Es cuando en una comida social pierdes la noción del tiempo y de la comida. Con la euforia del momento comes sin saber lo que comes. La euforia, gran alegría o subidón del momento nubla la razón de me conviene o no me conviene no comer esto y comes todo lo que encuentras sin más. Y luego cuando llegas a casa te echas las manos a la cabeza.
Las cuatro primeras, te hacen bien.
Usa las que te hacen bien.
Desusa las que te hacen mal.
Y respira.
Atentamente,
Eva.
Comments (2)
Muy identificada con todos esos tipos de comer… pero que difícil saber identificarlos!! Lo comparto porque me ha encantado!!
Muchas gracias, preciosa! Teniendo claridad es posible identificarlos! A veces convergen el hambre física, algún tipo de comer emocional y el ansia por algún alimento prohibido… Trabajaremos lo que quieras en tus sesiones! Bss!