Qué hacer antes, durante y después de una comida navideña. Si no quieres coger peso y quieres vivirla en paz.

Muy pronto empezará la temporada de las comidas y las cenas navideñas. Que si con tus amigos del gimnasio, que si con los amigos del pueblo, que si con la familia de tu novio, que si con tu familia, que si con los compañeros de trabajo.
Y con ello, muy pronto empezará la angustia de: voy a echar por tierra todo lo que he bajado desde verano. O peor aún la de: madre mía no he sido capaz de quitarme los dos quilos que cogí en verano y ahora voy a coger otros dos. O la de: Quiero seguir bajando y voy a estancarme. Eso supone que empiecen a rondar en tu mente contradicciones que van a amargarte esos momentos desde ya. Por un lado, te hace ilusión ir para pasar tiempo con tu gente y te apetece muchísimo comer comida que no es de dieta; pero por otro piensas que va a ser tu perdición, que te vas a descontrolar y que en la última de tus cenas ya no te entrará ninguno de los vestidos y te verás horrible.
Pues tengo la solución.
Tengo la solución para:
Ir a las comidas y a las cenas.
Disfrutar de comida que no es de dieta.
Vivirlas en paz y tranquila.
No coger peso, incluso seguir bajando peso durante el mes de diciembre.
Mantener el control en todo momento.
Que no te sientas pesada, hinchada o inflamada.
Que te sientas radiante con tus vestidos.
QUÉ HACER ANTES Y CÓMO HACERLO:
Deshazte del ansia.
¿Hay algo de lo que tengas mucha gana? De los alimentos o comidas típicas de la navidad, ¿Cuál es tu favorita? ¿Tienes algún antojo? ¿Sientes mucho deseo por algo?
Imagina que la respuesta es: pizza. Cada año es costumbre reunirte en casa de tu amiga Clara y pedir unas pizzas. Y hace meses que no comes pizza. Temes ese día ponerte hasta atrás de pizza y luego sentirte culpable y pesada porque tienes muchísimas ganas. Y que esa emoción y sensación te lleven al pensamiento de perdidos al río ya en enero empiezo. Eso es lo que te hará engordar. Y el placer se tornaría a sufrimiento, si es que alguna vez fue placer. Porque no es placer estar en la cabeza pensando ciertas cosas mientras comes, por buena que esté la pizza no habrá manera de disfrutar de ella. Mientras comes hay que estar en los sentidos. Y disfrutar de esa pizza. Es como si te viera pensando lo siguiente mientras comes la pizza: no debería estar haciendo esto, ya la estoy liando, no tienes remedio eres una comilona y es normal que estés gorda. Así que, calma. ¿Tienes muchas ganas de pizza? Pues venga, hay que comer pizza antes de ir a esa cena. Pero no vale cualquier pizza o una que crees que no engorda. Vale solo tu favorita. Que tu favorita es la pizza con tomate y salami. Pues esa es la que cualquier día de estos, tienes que sentarte a disfrutar sola en casa. Y tranquila puede ser integrándola. No vas a engordar por ello. Imagina desayunar un té con un par de galletas, comer una crema de calabaza, merendar unos frutos rojos y cenar tu pizza con tomate y salami. No habría malas consecuencias.
Hay que descargar tensión. Hay que integrar lo quiera que sea de lo que tengas ganas, no dejarlo todo para comer ese día.
Resérvate.
Ten presente la frugalidad. Tanto los días antes como justa la comida antes. Imagina que Si es una comida, cenar frugal el día antes y desayuno frugal ese mismo día. Si es una cena comer frugal y desayunar frugal ese mismo día. Reservarte para tu comida o cena. Si son días contiguos aprovecha todas las ingestas que no son la comida o cena para tomar cosas de fácil digestión y en cantidades pequeñas. Si tienes una comida y una cena el mismo día, resérvate el día antes y descansa el día después. Frugalidad en ambos.
QUÉ HACER DURANTE Y CÓMO HACERLO:
Ser muy selectiva.
Comer lo que realmente merezca la pena. Eso sería rellenar el hueco de tu estómago de manera eficiente. Elegir. Qué quiero y que no. Poner filtro.
Respetar el límite físico de tu estómago.
Y cuando esté lleno, respetar ese límite físico y parar. Si has elegido bien, tu mente también estará satisfecha. Ahora, si has elegido lo que creías que era de dieta te habrás quedado con las ganas y querrás seguir comiendo. Por mucho que comas no vas a querer para hasta que te comas lo que realmente querías. ¿No crees que habría sido mejor hacerlo desde el principio, habiendo evitado muchísima comida? Como este canapé que no engorda y luego esto otro que tampoco y esto. Pero lo que realmente quiero es unas rodajitas de salchichón. Mi consejo es comer únicamente eso, qué es lo que realmente quieres. El resto engorde o no supuestamente dejarlo.
No pensar que va a ser la última oportunidad de comer eso. Para que entiendas eso voy a contarte lo que me pasó en una comida. Había sido selectiva y tras los entrantes y el plato principal había llegado a mi límite físico. El postre me encanta, siempre dejo hueco para el postre pero en este caso como me gustaba muchísimo lo anterior no llegué con un hueco. Solo lo probé. Era una sopa de chocolate blanco con picatostes y helado de pistacho (mi favorito). Podría haber hecho hueco para el postre (que no es lo mismo que dejar hueco para el postre) pero me hubiese quedado a disgusto. Así que tomé un par de cucharadas presente con los cinco sentidos y lo dejé. Y lo hice siendo consciente de que esas dos primeras cucharadas son las mejores, para el resto las papilas ya se han habituado y el placer no es tan intenso. Al día siguiente mi merienda fue un magnum de chocolate blanco. Si hubiese pensado ahora o nunca este chocolate blanco, me hubiese comido la sopa entera y hubiese saturado mi cuerpo.
QUÉ HACER DESPUÉS Y CÓMO HACERLO:
Siente la resaca y date un descanso.
La resaca no solo se siente por beber de más. Se siente por comer de más. Nótala. Reconoce esa sensación. Bebe agua. Haz como hacen los niños. Si por la tarde los llevaste a un cumple y comieron lo que quisieron picoteando por allí, cuando le ofrezcas la cena te va a decir que para ti. El niño o la niña no dejará de cenar porque tenga que compensar, dejará de cenar porque siente genuinamente que no tiene que cenar. Que ya comerá en otro momento. ¿Porque los mayores no hacemos eso? Porque lo hacemos desde las restricción y el castigo y nos sublevamos a nosotros mismos para recuperar nuestra libertad.
Recarga tu cuerpo con vitaminas.
El día siguiente toma una cremita, un juguito, un caldito. Una ensaladita. Que sean minimalistas. De cuatro ingredientes. Que la ingesta posterior a la comida o la cena sea suavecita.
Y disfruta al 100%. Sin angustia, sin culpa, sin remordimientos. Y sin consecuencias físicas. Todas tus comidas o cenas navideñas. Y tranquila, si aún con estos consejos se te va de las manos, yo estaré aquí para ayudarte en enero. Pero creo que hay que empezar en diciembre. Puedes escribirme a quieroser@ingenierademivida.com para reservar tus sesiones online personalizadas.
Atentamente,
Eva.
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